Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad, saca la bota María, que me voy a emborrachar. Mientras que en las latitudes más frías prefieren cantar el Noche de Paz y demás villancicos lacrimógenos, aquí hemos sido siempre más de sacar la zambomba y la botella de Anís del Mono y ponernos a cantar a canciones de jolgorio, rollo La Marimorena y los Peces en el Río, amén de otros greatest hits de las navidades «de toda la vida del Señor».
Pero hoy os traemos algo distinto. Se trata de una versión diferente del popular «Aleluya» que todos hemos oído alguna vez, pero representado por un coro muy particular de estudiantes, que actúan como si fueran monjes de clausura con voto estricto de silencio. Ellos también quieren cantar y hacer un coro como los demás para festejar las fiestas navideñas, pero sus votos se lo prohíben. Por suerte para ellos, tienen una solución muy imaginativa que les va a permitir hacer ambas cosas compatibles, y de paso hacer que el público se parta de la risa.
Pero por desgracia no siempre la Navidad es sinónimo de alegría y diversión. A veces te toca soportar unas cenas familiares un tanto amargas, sobre todo si tienes una familia especial o si tienes que soportar a tíos, primos o cuñados especialmente pesados y cargantes. Ernesto Sevilla se encarga en este monólogo de El Club de la Comedia de explicar por qué su familia también es especialmente particular, no solo durante los festejos navideños, sino durante todo el año. Y como no puede ser de otra forma, acaba uno partiéndose de risa viendo las pulmonías que dice, y sobre todo también cómo lo dice. Vamos, que sus monólogos son como para partirse el little eye, como a él le gusta decir. Menuda cantera de figuras que salió de La Hora Chanante…
