Atentos todos al muchacho que sale entre el público en este pequeño concierto de metal extremo. No se sabe si por efecto de algún mejunje bebido, fumado o introducido por cualquier vía, o por simple efecto de la música, este chaval empieza a golpearse él mismo repetidamente. Así, a lechazos contra uno mismo. Para sentir más la violencia musical, suponemos. ¿Estamos ante una nueva moda en ciernes? ¿Se pondrán de moda los mosh-pit antisociales? Hagan apuestas.

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