Venga, dormilones, que os suena el despertador y no os cansáis de darle al botón mágico de «cinco minutitos más». Un salto de la cama, un pis y… bueno, a mirar el correo y las notificaciones del Facebook, que os conozco. Y después de eso, a daros un buen desayuno si os da tiempo antes de ir al curro, y si no, cuando podáis. Dicen que el desayuno es (o debería ser) la comida más importante del día, para afrontar la jornada con fuerzas y tal, y tal. Pero también tiene que ser una comida equilibrada, no vale atiborrarse sin ton ni son de donuts, que os veo venir.
Tampoco es plan de ponerse como el amigo coreano que os presentamos a continuación, aunque él parece muy feliz por el festín que está a punto de darse. Tanto, tanto, que hasta se graba un vídeo de sí mismo para compartir su dicha y su gozo con toda la humanidad. Vamos, que el muchacho está tan sumamente feliz que no puede evitar partirse de risa cada vez que saca un nuevo plato ante la cámara y le quita el envoltorio. Y claro, acaba contagiando a todo el mundo con esa risa de pillo que mezcla alegría y malignidad a partes iguales. Como si estuviera haciendo una fechoría. Bueno, quizá sus arterias sí piensen que lo está haciendo, pero ellas no pueden opinar, solo sufrir en silencio.
Este debe de ser uno de los vídeos más extraños y frikis que han salido en Internet en los últimos años, pero solo por eso merece la pena verlo. No trates de entenderlo, solo échale un vistazo.
Y sin embargo aquí tenemos el caso contrario. De un tío que se va a atiborrar de comida a otro que no puede ni coger nada del frigorífico porque sus bebés han aprendido a gatear a velocidad estratosférica y a levantarse del suelo para agarrar cosas (presumiblemente para tirar, morder, destrozar y babear, como debe ser). Así no hay quien desayune, pensará el sufrido padre. Aunque lo de sufrido será un decir, claro.
De un vídeo friki pasamos a otro de esos que te despiertan el espíritu progenitor (¡o no, según se mire!).